Escrito por: Samir Amin
Traducido por: Federico García (fallecido) para la revista Globalizacion
En estos días ha llegado a estar de moda un discurso sobre la pobreza, la necesidad de reducir su magnitud, si es que no erradicarla por completo. Es un discurso sobre la caridad, en el estilo del siglo XIX, que no intenta entender los mecanismos económicos y sociales que generan la pobreza, aunque los medios tecnológicos y científicos para erradicarla están ahora al alcance.
El capitalismo y la nueva cuestión agraria
Todas las sociedades anteriores a la época moderna (capitalista) eran sociedades campesinas. Su producción estaba regida por diversos sistemas y lógicas –pero no por aquéllos que gobiernan al capitalismo en una sociedad de mercado, tales como la maximización del beneficio del capital.
La moderna agricultura capitalista –que conjunta las haciendas familiares ricas con el agrobusiness corporativo—está lanzada en un ataque masivo sobre la producción campesina del tercer mundo. La luz verde para esto fue encendida en la sesión de noviembre del 2001 de la Organización Mundial de Comercio (OMC) en Doha, Qatar. Hay muchas víctimas de este ataque—y la mayoría son campesinos tercer mundistas, que todavía constituyen la mitad de la humanidad.
La agricultura capitalista está gobernada por el principio del beneficio a favor del capital. Está localizada casi exclusivamente en Norte América, Europa, Australia y en el Cono Sur de América Latina, y emplea sólo unas pocas decenas de millones de agricultores que ya no son campesinos. Dado el nivel de mecanización y el extenso tamaño de las haciendas, dirigidas por un solo agricultor, su productividad generalmente alcanza entre 1 a 2 millones de kilos (2 a 4.5 millones de libras) de cereales por agricultor.
En agudo contraste, tres mil millones de agricultores están en la agricultura campesina. Sus campos pueden agruparse en dos sectores, con muy diferentes escalas de producción, niveles, eficiencia y características sociales y económicas. Un sector, capaz de beneficiarse con la revolución verde, ha obtenido fertilizantes, pesticidas, semillas mejoradas y tiene algún nivel de mecanización. La productividad de estos campesinos va de entre 10 000 y 50 000 kilos (entre 20 000 y 111 000 libras) de cereales por año. Sin embargo, la productividad anual de los campesinos excluídos por la nueva tecnología se estima entre 1000 kilos (2000 libras) de cereales por agricultor.
La tasa de productividad del segmento capitalista más avanzado en la agricultura mundial de los más pobres, que era de 10 a 1 antes de 1949, se va aproximando ahora a una razón de 2000 a 1 ¡ esto significa que la productividad ha progresado más desigualmente en el área de la agricultura y de la producción de alimentos que en ninguna otra área! Simultáneamente esta evolución ha llevado a la reducción de los precios relativos de los productos alimenticios (en relación a otros productos industriales o de servicios), a una quinta parte de lo que era hace cincuenta años. La nueva cuestión agraria es el resultado de este desarrollo desigual.
La modernización siempre ha combinado dimensiones constructivas y destructivas. Sobre todo la acumulación de capital y la productividad creciente,se combina con aspectos destructivos—la reducción del trabajo al estado de una mercancía que se vende en el mercado, a menudo destruyendo la base ecológica necesaria para la reproducción de la vida y de la producción, y polarizando la distribución de la riqueza a una escala global. Siempre la modernización ha integrado a algunos, a medida que los mercados en expansión creaban empleo, y excluído a otros, que no quedaban incluídos en la nueva fuerza de trabajo luego de haber perdido sus posiciones en los sistemas previos. En su fase de ascenso, la expansión global capitalista integraba a muchos al lado de sus procesos excluyentes. Pero ahora, en las sociedades campesinas del tercer mundo, está excluyendo masivamente multitudes de gente, mientras incluye a relativamente pocos.
La pregunta que nos hacemos aquí es precisamente si esta tendencia continuará operando con respecto a los tres mil millones de seres humanos que todavía producen y viven en sociedades campesinas en Asia, África y América Latina.
De partida, ¿Qué ocurriría si la producción agrícola y de alimentos se tratara como cualquier otra forma de producción sometida a las reglas de la competencia en mercados abiertos y desregulados, como se decidió en la reunión de la OMC en Doha , en noviembre del 2001? ¿Tales principios impulsarían la aceleración de la producción?
Siga este vínculo (link) para ir al artículo completo:
http://www.rcci.net/globalizacion/2003/fg377.htm
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