La historia de Puerto Rico revela la valentía de nuestras mujeres. recordemos a Mariana Braccetti (Brazo de Oro), Demetria Betances (de quien Martí expresara “no quiso vivir en su tierra esclava, ni en tierra alguna que padeciese tirano aunque tuviera nombre de libre”, Luisa Capetillo, Josefa G. De Maldonado, Ramona Delgado De Otero y Juana Colón, Blanca Canales, Doris Torresola, Juanita Ojeda, Leonides Díaz, Lolita Lebrón, Carmín y Doña Isabel. Todas ellas, heroínas, valientes mujeres puertorriqueñas. Lamentablemente, sobre su valentía, no se enseña en las escuelas de Puerto Rico.
En nuestro desarrollo histórico como pueblo, Don Germán Delgado Passapera en su libro Puerto Rico: sus luchas libertadoras, ubica la fecha de 1795 como aquella donde se registran los primeros atisbos de sentimiento independentista en Puerto Rico. Nos dice: "no ha habido una sola época; un solo proceso político; una sola coyuntura de combate; un solo acto de rebeldía, resistencia o militancia, en la cual la mujer puertorriqueña haya estado ausente en los eventos más significativos y trascendentales en nuestra lucha de independencia".
Wanda Torres ha demostrado su valentía, aquella que corre en la sangre de nuestra mujeres puertorriqueñas. Ayer, defendían la patria, hoy defienden su vida de las garras de los criminales que ha producido la colonia.
He aquí el caso según lo narra Miguel Díaz Román para el Nuevo Dia
La primera vez que Wanda Torres Torres fue víctima de un asalto fue tres años atrás, cuando le pusieron el cañón de una pistola en la cabeza para robarle las ganancias que generó en su salón de belleza.
Bastó esa terrible experiencia para que decidiera adiestrarse en el uso de armas de fuego y obtener una licencia para portarlas, con la esperanza de que si en lo que le quedaba de vida debía enfrentar un segundo asalto, estuviera adecuadamente preparada para defender su vida y su negocio.
Y la segunda ocasión le llegó el miércoles a las 7:35 de la noche, cuando se disponía a cerrar la puerta de su salón, llamado Jesucristo es Nuestro Señor, en la avenida Degetau en Caguas.
En ese instante, mientras la mujer cerraba la puerta y hablaba con su marido por teléfono, escuchó un automóvil estacionarse frente al negocio y vio a un individuo bajarse corriendo y gritarle: “¡Esto es un asalto!”.
“Cuando yo me doy la vuelta me lo encuentro de frente, me pone la pistola en el pecho y me dispara. Ahí yo cogí mi pistola (que cargaba en su cartera) y rompí a dispararle. En ningún momento yo le dije que tenía un arma de fuego”, sostuvo ayer Torres Torres, de 45 años, mientras se recupera en el Hospital Industrial del Centro Médico.
Un ladrón sorprendido
La mujer sostuvo que pudo ver claramente la cara de sorpresa del asaltante mientras ella le disparaba.
“Yo sé que lo herí por la forma como yo disparé. Él se sorprendió y se montó en el vehículo en el asiento del pasajero. Yo le disparé al carro y también le di para poder identificarlo”, sostuvo un poco jadeante Torres Torres, quien aún tiene un pulmón afectado con sangre acumulada y al que le han introducido un tubo de plástico con el fin de crear un drenaje y extraer el fluido.
El sospechoso de cometer el asalto fue identificado como Armando González Morales, de 32 años, quien resultó herido en un testículo y en las dos piernas. El individuo fue dado de alta ayer en la tarde y anoche estaba en proceso de ser acusado por estos hechos.
La mujer dijo que luego de que el auto partió, se reclinó contra la pared de su negocio. Segundos después volvió a tomar el teléfono y llamó a su marido, el expolicía estatal José M. Robles.
“Él me tranquilizó y me dijo que él llamaría a la Policía. En eso bajó el vecino y yo le dije ‘estoy herida’”, dijo.
El vecino la ayudó a subirse a su guagua y la llevó al hospital HIMA.
“Cuando llegamos mi vecino grita que yo tenía una herida de bala, pero la gente se nos quedaba mirando, y el gritaba, ‘¡ella está herida de bala, se está desangrando!’. Entonces fue que ellos actuaron”, recordó Torres Torres.
Sostuvo que en esos momentos había perdido mucha sangre y sentía que se desvanecía, que su vida se la iba de las manos.
Refugio en la fe
Entonces se aferró a su fe cristiana y le pidió a Dios que la ayudara, que no la dejara ir, que aún era muy joven y deseaba seguir viviendo.
“En eso el doctor vio la herida y me dijo que el pulmón estaba colapsado. Me dijo: ‘Te voy a abrir aquí y te va a doler, te voy a abrir aquí para meter un tubo para que puedas respirar. Yo le dije: ‘Haz tu trabajo’. Y te digo que dolió de verdad cuando me abrió y metió el tubo. Después él doctor me dijo que me relajara. Me trataron bien. Después me trajeron al Centro Médico”, narró la mujer, quien junto a su esposo asiste a la iglesia Fuente de Agua Viva en Carolina.
Torres Torres está al tanto de que su acción de enfrentarse a tiros con su asaltante provocó que el superintendente de la Policía, José Figueroa Sancha, se expresara en contra de que los ciudadanos tomen la justicia en sus manos.
“No es que tomemos la justicia en nuestras manos. Yo lo que hice fue defenderme”, replicó convencida.
Torres Torres tampoco tuvo reparos en respaldar que las mujeres estén armadas para garantizar su defensa e integridad física.
“¡Las mujeres tenemos que defendernos, nos están asaltando y violando! Además, él (el asaltante) fue quien vino a mí. Yo no fui donde él. Si yo no hubiera tenido esa pistola él me hubiera matado”, sostuvo con tranquilidad Torres Torres.
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