lunes, 7 de julio de 2008

La Panadería

La panadería – una analogía Por: Milton Laboy

¡Truena el barrio!, pero que alboroto, con bombas y platillos se anuncia la apertura de una nueva panadería. Casi estoy sordo por culpa de las ruidosas bocinotas. Claro, pero rápido pienso que tengo que ir a ver. También se escucha, en los medios noticiosos, rumores de cambios en las leyes y que los mismos traerán beneficio para los consumidores que compren en las panaderías de sus barrios. Hummm um, que raro me suena, casi apesta a embuste.

Espero que llegue el día de la apertura y como todo buen consumidor impulsivo, corro para “no más” ver que ofrecen y por cuantos chavos lo ofrecen. Leche, pan, huevos, azúcar, café, salchichas, no falta el “corn beef” y muchas otros artículos, basura, diseñados para alimentar a las personas pobres, “dís que” necesarios en al alimentación, y claro - no faltan los ricos dulces y refrescos tan indispensables para tener la diabetes prendía en candela.

Tomo una canasta y empiezo a echar en ella lo que necesito y lo que no también. Un dulce por aquí, pan por allá, leche, huevos, en fin, hago mi comprita y me dirijo a pagar. Mientras el muchacho marca los precios de los artículos en la caja me doy cuenta que estos precios son excesivos. Le digo “ooooye monchin” espérate, espérate, espérate, que precios son esos. Esos son los precios establecidos a partir de la nueva ley. Como todo un buen “hablao” le digo… Que carajo dices… si señor, no lee usted los periódicos. Entonces le digo; pues en lo que me entero sobre lo de la nueva ley, saca esto, esto y esto también, y déjame lo demás porque esto lo necesito con más urgencia. Como usted diga señor. Entonces oigo que murmura algo entre dientes – “como quiera tendrá que comprarlos aquí”. Le pregunto ¿Qué tú dices? y contesta medio “asustao”, nada señor. Eso me intrigó pero, pagué y me fui para mi casa.

Como todo un buen puertorriqueño, haciendo honor a nuestra fama, NO leí cuatro “carajos” ni busque información sobre la ley. Y eso, con to’ y lo que me pasó en la panadería.

Pasan unos días y vuelvo a necesitar comestibles para el desayuno. Esta vez pienso… por linda y nueva que sea la panadería ahí no vuelvo a entrar, venden muy caro.

Me monto en mi “cacharra” y cojo rumbo a otra panadería. En el camino, cojo tres boquetes en la calle los cuales obras públicas prometió reparar hace cuatro años. Bueno, esta panadería me queda lejos pero analizándolo, aunque gaste un poquito más en gasolina, aquí los precios son más bajos y como quiera economizo algo.

Llego feliz y cantante a esta panadería que luce vieja y “destartalá” – pero seguro de que podría comprar lo que necesito mucho más barato. Busco por aquí, busco por allá, cojo los alimentos necesarios para mi colesterol y por fin acabo la comprita y me dirijo a la caja registradora.

Hago una fila de algunos 10 minutos pues solo hay un cajero. Cuando me pongo frente al cajero este me dice – Señor no lo identifico como cliente de esta panadería. ¡que qué! $@#^&*(¡), pero que “carajos” dices. No me falte el respeto señor que yo no hago las leyes. ¿Acaso no se ocupó usted de ponerse al día con la ley? ¿Pero de que diablos hablas? “Entre murmullos dice el dependiente, - bendito “espaciao” este puertorriqueño – señor, si usted no es de este barrio usted no puede comprar en esta panadería.

Brrrrrrrr, ¿pero qué demonios dices? ASI ES SEÑOR, la ley es clara. Usted tiene que vivir en este barrio para tener derecho a comprar en esta panadería, así que no puedo venderle nada de aquí. Levantando mi voz, y demostrando bajo la ignorancia que he vivido, le grito, - “pero es que yo tengo el derecho de comprar donde más barato me vendan” - ¿no es así mi panita? Así es la democracia – entonces el dependiente contesta… yo no soy su panita viejo verde, y que se yo señor, de ese derecho que dice usted que tenemos, yo solo le digo lo que dice la ley porque si le vendo esto me meten preso a mi y a usted también. En verdad yo no lo entiendo, pero será mejor que se valla antes que se de cuenta el dueño y lo denuncien con las autoridades.

Rabioso, maldiciendo y botando sapos y culebras por la boca, salgo de la panadería a buscar donde demonios consigo la dichosa ley. Me acuerdo de las formidables y nunca bien comprendidas oficinas de ayuda al ciudadano (DACO o la que sea). Me monto en el cacharro y me dirijo a dicha oficina, entro en ella, y luego de esperar 1,500 horas, por fin me atienden.

Como buen ciudadano, saludo de mala gana y le pregunto al joven que me recibe – de echo, luce profesional y con apariencia de ejecutivo - ¿Por qué demonios no puedo comprar en la panadería que me vende a precios más bajos?

Bendito señor, ¿no escucha usted los medios ni lee el periódico? (otra vez). Nuestro buen gobierno ha promulgado nuevas leyes para beneficio de nuestros consumidores. Entonces le digo con toda mi mejor educación; “marrayo” parta la dichosa ley coño, EXPLIQUEME USTED ENTONCES CUAL ES ESA LEY y como nos beneficia.

La nueva ley 12-04-1900 y la ley 2-03-1917 promulgadas el pasado 12 de abril y 2 de marzo respectivamente, establecen que para beneficio del consumidor puertorriqueño, por conveniencia de distancia, costo y beneficio, se establece que todo ciudadano se verá en la obligación de ley, en comprar sus alimentos en la panadería establecida en su barrio de vivienda. Tendrá el beneficio de recibir, por parte de la panadería, un dulcecito para sus hijos. Este beneficio se sumará a los ya establecidos por la ley. Además tendrá el beneficio de contar con un ID que lo identifica y tendrá el derecho de trabajar durante cuarenta años a un salario pre-establecido y al final recibirá una pensión que le dará para comida o medicinas, usted escoge. Durante todo ese tiempo usted estará protegido de sus enemigos mundiales (¿) y podrá dormir tranquilo.

La persona que no cumpla con esta nueva ley será acusada de contrabando y le será aplicado todo el peso de la ley.

Glu, gla, “esteque”, yo, ¿Qué?, ¿Cómo? ¿Cuándo ocurrió todo esto? ¿dónde esta el beneficio real? NO lo veo ni lo entiendo, si no puedo comprar donde más barato me vendan… ¿Cómo diablos voy a economizar y darle otras cosas a mis hijos, y como ahorro para el futuro?

SEÑOR, SEÑOR, ya el gobierno pensó eso por usted. Usted solo tiene que aceptarlo, cumplir con la ley. Se me olvidaba, le recomiendo que se calle y no piense más en esto no valla a ser que se le prepare una carpeta, se le acuse de persona non-grata para el gobierno y se le encierre para hacerle pruebas con rayos “laser”. Recuerde que los que tienen la capacidad de libre pensamiento y demuestran inteligencia social, podrían ser declarados amenazas contra la seguridad nacional, entendió, ENTENDIO.

Salgo de allí más confundido que un gallo después de recibir un espuelazo. Preguntándome! ¿Cómo es posible que yo pueda disfrutar de verdaderos derechos humanos si no puedo ejercer mi derecho a comprar donde yo entienda que he conseguido el mejor precio? ¿Cómo podré satisfacer las necesidades de mi familia? ¿Como podrá este gobierno actuar con arreglo a obtener los mejores beneficios económicos y sociales para nuestra gente si a la vez nos priva de un derecho tan simple, pero esencial?.

UUUiiii, Uii, ¿Qué estoy haciendo?, ¿estoy pensando?, ¿estarán leyendo mi mente esos malditos,?. Hummm “a juyir” que pa’ luego es tarde – (el miedo abatió al pobre).

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Me apaciona la historia de los pueblos, sus costumbres, su arte he indiscutiblemente... su música. Si algo odio en este mundo es el fanatismo ciego y estúpido. Creo en la democracia participativa y en la justa distribución de las riquezas del planeta. Pero creo, irremediablemente, que la extracción de las mismas no debe dañar nuestra naturaleza: fauna, ambiente y claro, al ser humano.

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